Publicado por Carlos Franco, el 28 de junio de 2018 en Puro Periodismo.
“¿Eres fluido en R? ¿Puedes construir modelos estadísticos y escribir una copia limpia? Estamos contratando a un periodista de datos senior”. El mensaje fue posteado originalmente en inglés, a través de twitter, por The Economist, el 10 de junio de 2019. Nada de trivial en una industria en la que regularmente las ofertas de empleo vienen con requerimiento del tipo “inglés fluido”.
R fluido suena rarísimo si no tienes idea qué diablos es R. Pues R es un lenguaje y debemos entender que se hará cada vez más común en las aplicaciones laborales para reporteros de datos subidas a LinkedIn… o a Twitter, que es el caso que presento como ejemplo. Es un lenguaje de programación estadística, para ser más preciso.
¿Son solo cosas del primer mundo? ¿De medios de comunicación lejos de Chile y ajenos años luz de nuestra realidad nacional? En 2019 es muy probable que una abrumadora mayoría conteste ambas preguntas con un sí; pero no por mucho tiempo, me atrevo a decir.
El aviso, que llegó a mi gracias al entusiasmo de la directora de docencia de la Escuela de Comunicaciones y Periodismo de la UAI, Bárbara Fuentes, apareció en la web dos semanas después de haber tomado café con el editor de un prestigioso diario chileno cuyo nombre no revelaré porque ignoro si desea aparecer mencionado aquí.
Lo interesante es lo que me dijo:
“Si me envías, para hacer la práctica, a un periodista que maneje R o Python lo contrato inmediatamente. Si por lo menos esa persona supiera hacer visualizaciones de datos en R o Python, te juro que lo contrato ahora”.
Sí, lo primero que pensé fue en mis posibilidades laborales, porque aprendí R un año antes de esa conversación, pero el asunto va más allá del sujeto que escribe estas líneas. Se trata de visualizar que estamos en un momento clave para entender que, como digo en el título, desde ahora y cada vez más, periodismo se escribe con R.
R es un lenguaje de programación estadístico originado por el canadiense Robert Clifford Gentleman y el neozelandés George Ross Ihaka HACE 26 AÑOS (usé mayúsculas intencionalmente para hacer notar que, aunque el aviso de trabajo de The Economist es sorprendente para un periodista, puede sonar incluso gracioso para un estadístico que maneja esta herramienta desde hace un cuarto de siglo… “¡¿Tanta novedad?!” diría, probablemente).
Para usar palabras de Jenkins (2006) diré que R es sinónimo de “cultura participativa” e “inteligencia colectiva”. Ambos términos —que cobran valor material en nuestra vida cotidiana a través de la popular Wikipedia, nutrida día a día con el conocimiento que aportan personas de todo el mundo— sirven para explicar el corazón de cómo funciona este sistema de programación. Estadísticos de todo el mundo aportan nuevos códigos al que pueden acceder fácilmente los usuarios de R para mejorar sus análisis de datos.
Esta cultura participativa se traduce en “paquetes”, algo así como “complementos” que puedes buscar a través de una librería e instalar en tu computador según la necesidad que tengas. Así es que podrás encontrar paquetes para análisis demográficos, geolocalizaciones, mapas 3D, text mining (análisis de textos), solo por mencionar algunas cosas.
Tomé café con varios expertos para conocer sus puntos de vista respecto de R y Python, otro lenguaje de programación promovido por los equipos de periodismo de datos más especializados. El versus entre ambas herramientas da para escribir otro libro porque las opiniones están divididas a la hora de elegir la mejor.
En uno de esos cafés, el profesor Karol Suchan, Doctor en Informática de la Universidad de Orléans y académico de la UAI, comentó algo muy interesante:
“Probablemente los programadores prefieran Python porque pueden desarrollar algoritmos y códigos con naturalidad, pero R es más útil para una persona que no necesita desarrollar sino aplicar. Aplicar códigos y algoritmos desarrollados y probados. Entonces la pregunta es ¿qué es más útil para un periodista? ¿Desarrollar algoritmos o usarlos?”
Sin duda, usarlos. En ese sentido, hay una nueva práctica que el periodismo del mundo desarrollado está imitando de la ciencia social y para estos efectos podría ser muy útil: la reproductibilidad.
Tal como el padre del periodismo de datos Philip Meyer tuvo la buena idea de fusionar prácticas metodológicas de la ciencia social con el periodismo tradicional en su libro Precision journalism, publicado en 1969, cincuenta años después una buena costumbre de los científicos sociales ingresa de a poco al código de ética del periodismo.
La reproductibilidad es la buena costumbre de ofrecer la metodología empleada en un proceso de investigación, para que otros puedan testear dicho trabajo reproduciendo el paso a paso en cualquier parte del mundo. ¿Qué relación tiene con el famoso programa R? Mucha. Medios como The Washington Post y New York Times publican los códigos de programación de sus reportajes de datos en la plataforma colaborativa GitHub. Tomar esos códigos y reproducirlos con bases de datos made in Chile podría ser una buena forma para aprender por imitación.
El periodismo de datos avanza a tranco firme. En el mundo ya se escribe con R… y muy pronto acá también.