La actual invasión rusa a Ucrania ha dejado en evidencia una forma de comunicación que jamás vimos en otros eventos bélicos: multiplicidad de contenidos y fuentes, no todas confiables. ¿El resultado? La sensación de estar saturados “de tanta guerra”, parecida a la que tendríamos después de una sobredosis de comida rápida. Por eso ambos padecimientos suenan casi igual: intoxicación e infoxicación.
Nuestros abuelos siguieron la primera y segunda guerra mundial a través de acotados reportes de prensa escrita y radio, cuyo impacto emocional se limitaba a lo que leían y oían. Con Vietnam irrumpió la televisión; y en los noventa, con la guerra del Golfo, transmisiones en vivo cuyas imágenes llevaron al público una carga sensible poderosa. Y aunque en ese tiempo también había contenidos falsos circulando, era más fácil identificar a los responsables porque los medios tenían nombre y sede conocida.
La invasión a Ucrania llegó en tiempos de prosumidores, donde las personas somos consumidores y productores de contenido a la vez. Cuando vemos el video de un bombardeo sobre civiles no tenemos certeza si lo grabó un periodista a quien podamos responsabilizar, un youtuber de buen corazón o un anónimo con intereses creados que podría haber trucado la imagen. Ni siquiera podemos confiar en la declaración que vemos salir de la boca del presidente ruso Vladimir Putin o su homólogo ucraniano, Volodímir Zelenski, porque cada vez es más fácil toparse con un deep fake (una manipulación de rostro, labios y voz en un video). Esto nos deja una sensación de desprotección, de inseguridad al no saber en qué ni en quién confiar y la incertidumbre de andar a tientas en las redes sociales.
La recomendación que hacemos desde el Observatorio de Datos de la Escuela de Comunicaciones y Periodismo de la Universidad Adolfo Ibáñez, centro académico que dirijo, es buscar intermediarios confiables: Organizaciones de fact-checking cuyo trabajo es verificar contenidos. Además de nuestro equipo, en Chile hay excelentes ejemplos como Fast Check CL, AFP Factual, El Polígrafo, Mala Espina Check y Fact Checking UC, entre otros. A nivel internacional, LatamChequea y la IFCN.
De esta manera es posible enfrentar la infoxicación y la desinformación con los códigos virtuosos de la comunicación actual: inteligencia colectiva, colaboración y convergencia.
Carlos Franco
Director del Observatorio de Datos de la Escuela de Comunicaciones
y Periodismo de la Universidad Adolfo Ibáñez