¿Pueden los demócratas reemplazar a Biden?

La pregunta no es antojadiza. Después del primer debate del mandatario contra Donald Trump se hizo evidente su deterioro físico y el pavor se apoderó de las oficinas demócratas: de los estrategas, los aportantes y los analistas de ese sector en los medios.

La respuesta es simple y directa: sí. En el peor de los escenarios tienen 39 días para hacerlo, por la estricta ley de Ohio que exige registrar a los candidatos en la papeleta final el 7 de agosto. El mejor de los casos no es mucho más, son 51 días, cuando el 19 de agosto se inicie la Convención Demócrata.

El camino más amable es que Biden decida rechazar la nominación antes de ese evento. Parece ser la única opción porque no hay en el reglamento del Comité Nacional Demócrata (CND) un apartado que calce a la perfección con el caso. Estrategas comunicacionales de ese partido dicen “por interno” que todas las otras alternativas son más violentas, por ejemplo, que los delegados que deben concretar el acto formal de la nominación rechacen al presidente y opten por otra persona. Es que, en el modelo democrático representativo indirecto de Estados Unidos, los candidatos que ganan la primaria de un Estado ganan también el derecho de elegir a los delegados de ese territorio, y esos delegados son los que en agosto lo nominan. En otras palabras, los elegidos tendrían que “traicionar” a Biden y no elegirle. Que ocurra, sería un caso raro, porque luce horrible, las tradiciones pesan mucho y no hay seguridad de que todos sigan esa instrucción.

Muchos se preguntan cómo el partido de gobierno no vio el deterioro de Biden, para llegar a este punto con la candidatura. No, por supuesto que no se dieron cuenta el jueves en la noche. Me inclino a pensar que el debate fue pensado como parte de un plan mayor que podría resumir así: si Biden lo hace bien, seguimos con todo. Si no da el ancho, buscamos una alternativa de cara a la convención de agosto. No es casual que el encuentro haya tenido condiciones especiales: se hizo dos meses antes de lo usual, sin siquiera haber hecho el acto de nominación.

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