Carolina Tohá asumió el mismo cargo que tuvo su padre, José Tohá, entre 1970 y 1972: ministra del Interior en un gobierno de izquierda electo democráticamente. En su recorrido, asoma una herida política profunda y heredada que, más que cicatrizar, parece buscar sentido en el ejercicio mismo del poder y la memoria.
Como si el destino le hubiera escrito con tinta indeleble una historia de la que no podría rehuir, creció siendo hija de un hombre que sirvió en el gobierno de Salvador Allende y que luego, en los días oscuros de la dictadura, murió bajo custodia militar.
Su infancia se vio marcada por la violencia de la historia, por la ausencia de su padre y por el exilio en México, donde junto a su madre –Victoria Morales– y su hermano, comenzó a bordar una vida nueva sobre las ruinas de una patria perdida.
Volvió a Chile en 1979 para terminar su enseñanza básica y comenzar la secundaria en el colegio Francisco de Miranda. Mientras otros adolescentes descubrían la bohemia o el amor, Tohá participaba en protestas y organizaba a sus compañeros en torno a causas que, en ese momento, consideraba legítimas. La historia que le había arrebatado a su padre comenzaba a devolverle un sentido, y en ese proceso, se involucró en la fundación del Partido por la Democracia.
Estudió Derecho en la Universidad de Chile, aunque nunca quiso ser abogada. En 1989 partió a Italia en busca de algo que diera forma a sus intuiciones. Lo encontró en la Ciencia Política. En la Università degli Studi di Milano obtuvo el grado de Dottore in Scienze Politiche, y regresó al país, una vez más, a echar raíces donde su padre había caído.
Tras su regreso a Chile en 1995, Carolina Tohá ocupó diversos cargos públicos: diputada, ministra, alcaldesa y nuevamente ministra, esta vez del Interior, enfrentando desde esa cartera la compleja tarea de resguardar la seguridad pública. Sin embargo, más allá de los cargos, su camino estuvo profundamente definido por el legado de una Concertación que le dijo ¡NO! a Pinochet.
La historia de Tohá está tejida con hilos de contradicción y coraje. En 2002 llegó al Congreso como diputada por el Distrito Nº 22, donde impulsó temas asociados a la educación, juventud y desigualdad. Fue ministra vocera de gobierno durante el primer mandato de Michelle Bachelet, y luego, alcaldesa de Santiago, cargo en el que también conoció la derrota. En 2016, buscó la reelección en la alcaldía, mas fue vencida por el entonces candidato de oposición, Felipe Alessandri.
En entrevistas se ha encargado de revelar otra dimensión: la de una mujer que cría, que cuida, que se conmueve. Que no ha perdido la ternura, a pesar del hierro que aparenta llevar encima. Ese rol de madre que conocen sus hijos Emilio y Matilde.
Ha enseñado en universidades, ha trabajado en consultorías, ha diseñado políticas urbanas. Es fundadora del Instituto Ciudad, iniciativa cuya misión declarada es la promoción de ciudades “más humanas, inclusivas y democráticas”.
En septiembre de 2022, el presidente Gabriel Boric la nombró ministra del Interior en medio de una crisis de seguridad compleja y una fragmentación política sin precedentes. Tohá asumió como quien entra en un incendio con un balde de agua y una convicción imbatible. Durante su gestión se enfrentó a la violencia en la Macrozona Sur, a las presiones del Congreso, a la opinión pública dividida. Su gestión fue vista como un intento de dotar de experiencia a un gabinete joven, aunque con resultados mixtos.
En marzo de 2025, anunció su candidatura presidencial sin estridencias, consciente de que el camino a La Moneda es largo, exigente, pero no imposible. Su trayectoria la respalda, aunque también la sentencia. Para algunos, su nombre representa una oportunidad de reconciliación; para otros, simboliza una continuidad del legado concertacionista.
Carolina Tohá ha forjado su carrera entre la política y la memoria, transitando un camino marcado por conflictos del pasado aún latentes y desafíos del presente que abren nuevas posibilidades. Si logra convertirse en la máxima autoridad del país, deberá avanzar con determinación, dejando atrás las huellas de su padre para construir un legado propio, que responda a las exigencias del Chile de hoy. ¿Buscará Tohá superar a Tohá?